jueves, 23 de febrero de 2012

FW: CADENA DE INCIERTOS

Hace unos años cuando empecé a utilizar el correo electrónico, me pareció una maravilla en mi rutina social. También descubría con asombro como la mitad del planeta vivía en búsqueda incesante de compañía  a través de los perfiles sociales, o del Chat. Miles de maneras de persuadir, entrelazar, informar  para bien, o para mal a quienes nos diera la gana.


Por su singular sigla (FW) se reconocen de inmediato, aunque la mayoría no tienen importancia, otros parecen llegarnos hasta conmover (con o sin retoque de Photoshop).

 El océano es amplio: Desde criticar lo más cruel, a mostrarnos lo más mundano que existe, sus creadores se han sabido valer de forma más llamativa para llegarle a una gran mayoría. ¿Pero hasta que punto son ciertos?




La típica historia del niño desaparecido, enfermo o necesitado, que nos conmueve el alma, sí! ¿Es seguro reenviar esa información?

No digo que todos los casos sean mentirosos, ladrones informáticos, o estafadores, sino que me parece inconveniente en el caso de un niño(a) o ser humano necesitado se le exponga su foto, o estado crítico a miles de desconocidos.

¿Si usted tuviera un hijo, amigo o familiar en una situación difícil, lo expondría a los internautas?

Otros nos enseñan realidades ajenas a nuestro entorno, aunque no queramos verlas, suceden y sensibilizan: La matanza de focas, las corridas sangrientas de toros, las peleas de perros, la hambruna en África, etc. Uno que me pareció difícil de creer, y que me causó náusea social, fue el comercio, y consumo de fetos humanos en China ¿Un tabú?

Charlatanes o no, hay miles de personas, y grupos que se encargan de hacer protesta a través de los FW.

Ahora que sabe que no son solo para tener 7 días de buena suerte encontrando su amor verdadero, o saber si tiene una personalidad como Bob Esponja, o incluso si es usted la reencarnación de Buda. Les llegue a poner un poco de atención.

No debemos ser tan juiciosos, o perezosos la próxima vez que veamos el tedioso FW en su lista de correo. A lo mejor también nos animemos incursionando como autor de uno.


***

lunes, 13 de febrero de 2012

¿Y la personalidad?


Me bastaba creer que la personalidad cosechada en los primeros años de vida  era base suficiente para escalar a grado popular en la adolescencia, y de ahí catapultar mis mejores aspiraciones a la edad adulta. Sin embargo nuestro motor grisáceo es mucho más complicado.


“Tenían tres grupos de ratitas: Un grupo no escuchó nada de música, el otro oyó música de Mozart, y el tercer grupo se le hizo escuchar música rock. Antes del experimento pasaron a los ratoncitos  por un laberinto para medir su tiempo de recorrido: 10 minutos.

Luego de un mes sucedió esto: Los ratones que no oyeron música redujeron su tiempo en el laberinto en 5 minutos, los que oyeron a Mozart  en tan solo minuto y medio, mientras que los   “rockeros” además de llevarles más de 30 minutos chocaron contra las paredes. Al final el experimento fue suspendido: Estos se comenzaron a comer los unos a los otros”.


¡En teoría estos ratoncitos habían perdido su personalidad! con este estudio un grupo de terapistas  quiso probar el daño que produce la música rock en el lóbulo frontal del cerebro. 

¿El lóbulo frontal? Detrás de nuestra frente tenemos lo que se llama lóbulo frontal, encargado del razonamiento moral, y del comportamiento social, es decir: intelecto, voluntad, intereses, actitudes, juicios, ambiciones, empatía, autocontrol, en fin, la personalidad.

Cuando este se daña nuestra personalidad puede dar un giro inesperado, y no necesitamos que un clavo se nos inserte en el cerebro para convertirnos en dementes, o escuchar música rock para volvernos caníbales. 


De acuerdo a investigaciones, nuestra dieta rica en dulces, chocolates, gaseosas, café, repostería, alcohol, junto a la televisión, Internet, juegos electrónicos, etc. nos están empezando a robar la personalidad.

 ¿Pero cómo? Según investigaciones estos tienen un impacto directo en nuestro lóbulo frontal. Sin ruta alterna, ni menos un atajo, llegan con su dulce sabor, aroma, olor, y adicción a interferir en ese sitio donde se halla nuestra capacidad y habilidad de razonar, pensar, actuar, sentir.


De ahí que los investigadores señalen a este  “fruto” grisáceo como el responsable de que personas que aparentaban comportamientos normales, y saludables se volvieran: incapaces de razonar,  de autocontrolarse,  faltos de empatía, irresponsables, amorales, agresivos,  depresivos, distraídos, etc.…
 
“Luego de tan solo 2 minutos de mirar televisión, nuestras ondas cerebrales están en su mayoría en el patrón alfa. Esto significa: No estamos orientados, ni enfocados, ni reaccionando. Estamos idos, fuera de sí.” dice el estudio.

Volviendo al inicio. Me queda claro que la personalidad es un asunto no de una etapa determinada de la vida, o de un momento bueno o malo; sino que se asemeja a un laberinto. Cada quien elije la ruta que atravezar. Y bueno, quizás no deje de tomarse su café, ni sus traguitos, o comer su postre preferido…pero de que dejará de escuchar música rock, de eso estoy segura.