martes, 16 de agosto de 2011

De oreja a oreja: Felices, indisciplinados… ¡ Y Pancho!

Un jalón de orejas parece nunca suficiente para corregir una conducta, Y quien quiere corregirse cuando se pone la felicidad en medio?

Y es que al contrario de las personas, los burros no se quejan de trabajar como ‘burros’.

Como buen borrico obediente, y trabajador incansable el burro, asno  o borrico se ha ganado un lugar en el mundo animal, es así como no ha quedado exento de ser rescatado de una posible desaparición.

“Burrolandia”, o  Santuario de los Burros fue creado hace unos años (2006) en México,  por la alarmante disminución de estos equinos en ese país , unos 50 mil burritos por año. Desconozco las causas que pudo haberlos matado, aparte del maltrato del que son muchas veces objeto, y sus largas horas de trabajo ¿Pudieron ser los chicharrones, y la cerveza?
 
¡Quien sabe! solo sé que en Cuba un cantinero tiene a Pancho como amigo de copas. Para atraer clientes allá en la villa ‘Mirador’ este famoso burro se toma 15 cervezas diarias con papas fritas y chicharrones, según la nota “Es el cuarto de una estirpe de asnos bebedores que ahora son institución turística”. ¡Pobre Pancho!

(Tomada  de internet) Y no es Pancho!
 me dió pena verlo jumas.
Y así como en el país de los charros (el único sitio que los alberga en  Latinoamérica) el  ‘Donkey santuary’ en Inglaterra brinda la importante ayuda económica al resto de albergues burrinos en otros países, en España por ejemplo la ‘Asnoterapia’ se realiza con niños discapacitados, con los mismos resultados que el ‘primo’ mayor del asno: El caballo.


Y volviendo a ‘Burrolandia’  hay otro sitio para burros, pero de los indisciplinados que se van de pinta, y los que necesitaron más de un jalón de orejas para entender la clase. Por reprobar materias, o quedarse en conducta pasan el verano en un campamento ‘jalándole la cola a los profesores’.

Y es que pasarse las vacaciones haciendo cálculos a nadie hace más feliz ¡si es que ya lo es! que  lo digan los investigadores británicos que crearon el test para medir nuestra satisfacción con la vida, además nunca me han gustado las matemáticas: obtuve un 95, en este test, por supuesto!

Hay que aprender del burro, este  ha tenido que llevar a cuestas toda una vida la carga de ser un animal de trabajo, sin opción de quejarse, de elegir que querer hacer cada día, sin recostarse bajo la sombra de un árbol sin que lo molesten.

Nadie es dueño total de su destino ¡Que lo diga Pancho!

Claro que sí existe la felicidad, es cuestión de saber jalarle a la vida las energías positivas, y prestar oídos sordos a lo que hemos escuchado siempre ¡de oreja a oreja!