domingo, 31 de julio de 2011

Moda ecológica. ¿Quién se la pone?

Iba hablarles de burros, y de indisciplinados. Esa entrada vendrá para después. Ahora que estamos en el siglo de rescatemos hasta el último bosque, aunque sea el parquecito de nuestro barrio, nos lleva a sentirnos protectores del ambiente, y menos culpables al ver como la ostentación de adueñarnos de todo ha llevado a la crisis ecológica, que bien merecida nos tenemos.

Como seres creativos hemos sabido ‘reutilizar’ bien los acontecimientos de cada época, y en esta en que el reciclaje repunta como alternativa para los bolsillos de los consumidores, aparece la ‘Moda ecológica’... en este caso el ahorro se queda escondido.

Primero, reciclar es una acción voluntaria, y por ende poco practicada, aún hay toneladas de basura recibiendo zopilotes; sin embargo hoy hay más conciencia de hacerlo, ¡y se hace! Aunque con desgano, o empacho diría yo,después de un buen almuerzo los domingos.

Segundo, la afanada moda en pro del ambiente, o moda ética de los grandes diseñadores, me parece absurda, simplista en su mensaje. Es un pequeño y muy ostentoso esfuerzo. La piel de muchas focas se los agradecen.

Tercero, los cachivaches como tales, esos que nuestros amigos gringos no terminaron de utilizar, no debemos llamarles moda reciclada...menos pulcra. 

Moda ecológica. Hay que admirar el trabajo de los pocos diseñadores ecológicos que incluso van a los basureros por su materia prima, desde retazos de ropa vieja, hilos, botellas, caucho, abrelatas, papel periódico, reinventan nuevos objetos, desde bolsos, bisutería, a extravagantes estilos.

¿Pero que tan ponible es esta ropa? A eso vinimos. Esa que se saca de los basureros. Juzgue usted mismo.

Definitivamente me quedo con los bolsos, y la bisutería.
Ah! olvidaba el cuarto punto, usar el brasier como cartera, no tiene nada que ver con moda reciclada…

viernes, 8 de julio de 2011

Sabios torpes, copiones… y asesinos

Si algo resulta una vez, otra vez…y muchas veces, entonces llegamos a la conclusión de que somos muy capaces, hábiles, o inteligentes, incluso aunque no entendamos del todo porqué nos resultan nos damos los mejores créditos. No por nada la práctica hace al maestro.

¿Y cómo lo lograste?- Diay no sé, la verdad es que soy bien suertudo-, -Me tengo una técnica envidiable- dirá otro.

Cuantas veces subestimamos lo que sabemos, o como actuamos, conformándonos en ser sabios torpes.

¡Que lindo fuera ser cómo los bebés!, no para andar de ‘balbucetas’ por todas partes, lo digo porque es la única etapa en que realmente somos originales. Luego sin remedio vendrá la etapa de copiarse, ¡Y no en el museo de cera de Nueva York!

Dejo de ser yo para encajar, para agradar.

En este debate de la originalidad menciono el artículo que trajo este tema a colación: “Hacer trampa sin remordimiento”.

“Casi el 61% de los estudiantes universitarios en Estados Unidos hacen trampa en los exámenes, y muy pocos sienten remordimiento por ello, Además quienes dicen ser religiosos hacen más trampa, que quienes no lo son”.

No por nada se dice que somos como esponjas que todo lo absorbemos: modales, costumbres, valores… manías, mañas. Absorbemos, reciclamos, desechamos… para bien, y para mal.

¿Quien no copió alguna vez en clase?, ¡Yo lo hice! (Soy católica no practicante).

Me pregunto, entonces ¿Quién es el ‘malo’ de la clase?

La mayoría de asesinos en serie sobrepasan el IQ del ciudadano normal, y no por ser unos ‘cerebros’ entendieron, e idearon una mejor forma que nosotros de integrarse a la sociedad, o acogieron los ’10 mandamientos’ como Dios manda, quizás de jóvenes asistieron a misa, copiaron en clase… ¡Y luego mataron! 

Cada uno en su canasto: copiones, religiosos, asesinos, inteligentes, torpes, católicos no practicantes, etc.

Lo que digo es: Pasamos la vida siendo copias, ya sea de los demás, o copias de nosotros mismos, Muchas veces hemos dejado de hacer, de pensar, de sentir, porque estamos más afuera que adentro, pensando en la vara castigadora de la sociedad, y de un “Yo” domesticado criticador.